La Terapia cognitivo-conductual (TCC) es una psicoterapia basada en la aplicación de métodos científicos para tratar problemas mentales. Se basa en modelos de teorías del condicionamiento, el aprendizaje, la ciencia cognitiva y la emoción.

Su eficacia está demostrada científicamente y radica en la corrección de esquemas errados de pensamiento que pueden deformar la percepción del individuo ante los estímulos de su medio ambiente.

Esta terapia tiene en cuenta tres elementos que pueden estar al origen del sufrimiento humano e interactúa con ellos de manera complementaria: los comportamientos, la cognición y la emoción. Por eso la considero una terapia integral. Se trabaja directamente sobre el comportamiento o sobre los esquemas cognitivos que luego van a influir en nuestra manera de interactuar con el medio ambiente.

Según lo anterior, las acciones de la persona están reguladas por sus pensamientos y emociones, de modo que para cambiar el funcionamiento ineficaz se ha de controlar de algún modo aquello que genere malestar, y el malestar mismo. Solo que el control mismo puede llevarnos al sufrimiento si se practica de manera rígida y es ahí donde entra la terapia de aceptación y compromiso (ACT) a complementar los conceptos y el protocolo de la TCC.